UN CUENTO DE HADAS

Llegó el día 19 de Marzo, el día más esperado de mi vida.
Acudí a una cena-baile y me sentí como la Cenicienta, todo era maravilloso, me vi rodeada por gentes salidas de personajes de libros. Aquello era como haber entrado dentro de los libros y ser una espectadora de las historias contadas.
Él estaba allí, sentado firmando autógrafos, mi príncipe encantado, al que años atrás había ido a buscar y no lo había encontrado.
Llegó el momento del encuentro probocado.
En ese momento casi no pude articular palabra y me sentí como la sirenita a la que le habían robado la voz para no poder comunicarse con su amado. En ese momento pensé:" menos mal que existe Internet."
Hola, soy la rosa de los vientos y él me contestó:"Pensé que no vendrías".
Había llegado tarde, una de las últimas invitadas, diez horas de tren hasta llegar a su encuentro, en el viaje me fijé en unos símbolos y letreros:" la ruta esmeralda", "tres conejos dibujados en un vagón viejo, apartado en una via muerta", y "una estrella de cinco puntas", "una bandera de Brasil en una ventana" y "escrito Brasil en un vagón de carga".
Le abracé por largo tiempo, me sentí unida a él por un momento, y luego me firmó los libros.
Recordé la leyenda de "Psique y Eros" y otras tantas leyendas que cuentan la desesperación de los amados que recorren el mundo hasta encontrarse. Cuando las dos partes se unen todo se torna felicidad y armonía en la Naturaleza.
Fué una fiesta inolvidable, sentada en una mesa redonda con mis compañeros del Alma, de los cuales sólo conocía sus palabras.
La magia había hecho el milagro, nos sentimos unidos como de toda la vida.
Alguien nos fué tocando con su varita y nos vimos impregnados de Amor.
Luego alrededor del fuego de la queimada donde el Agua y el Fuego se unen en un recipiente, la energía de la alegría brotaba al paso que Jesús decía alguna cosa graciosa.
Pero allí estaba sucediendo algo más serio, en una rueda "el encuentro de los opuestos", bajo los cuatros elementos: "Tierra-Agua; Aire-Fuego".
Luego el baile, la diversión, las risas y casi, casi el estriptese para enseñarnos una camiseta con un letrero dedicado al escritor. Guardaré en mi memoria ese momento tan divertido.
Llegó la hora del final, después de haber cantado canciones, los convidadosy el propio autor, la última canción de despedida fué "Algo se muere en el Alma, cuando un amigo se va."
El abrazo final, lo llevaré siempre en mi corazón.
Me han quedada tantas cosas por decirte:
"Amado mío Hermano, entra en tu huerto y come de tus sabrosos frutos" (El Cantar de los Cantares)