miércoles, 11 de abril de 2007

SANTA TERESA DE LISIEUX

ORACION DE STA. TERESITA
A LA VIRGEN MARIA

"Para que una hija
pueda a su madre querer,
es necesario que ésta
sepa llorar con ella,
que con ella comparta
sus penas y dolores.

¡Oh dulce Reina mía!,
cuántas y amargas lágrimas
lloraste en el destierro para ganar mi corazón,

¡oh Reina!
Meditando tu vida
tal como describe el Evangelio,
yo me atrevo a mirarte
y hasta a acercarme a ti.

No me cuesta creer que soy tu hija,
cuando veo que mueres,
cuando veo que sufres como yo".

SANTA TERERA DE LISIEUX

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Abajándose de tal modo, Dios muestra su infinita grandeza. Así como el sol ilumina a la vez a los cedros y a cada florecilla, como si sólo ella existiese en la tierra, del mismo modo se ocupa también Nuestro Señor de cada alma personalmente, como si no hubiera más que ella. Y así como en la naturaleza todas las estaciones están ordenadas de tal modo que en el momento preciso se abra hasta la más humilde margarita, de la misma manera todo está ordenado al bien de cada alma.
Teresa de Lisieux).

Un beso amiga,
Arádia.

rosa de los vientos dijo...

Gracias amiga por estas palabras, las necesitaba.
Ayer lloré con mi hija la muerte de un amigo suyo, un chico de 19 años, sobredosis de droga.
No se cuando va a acabar esto.
Un besito.

Anónimo dijo...

la casa perfumada de azucenas...
Azucenas blancas...
El árbol parecido al árbol de mi casa brota en el sitio donde fui feliz.

Hay soledad...
La rosa de los vientos besa...

Nada ha cambiado demasiado...
El dolor siembra huracanes...
Dulce oboe...
Por una flor cambio mi pena
sin sosiego por ese oboe que no deja de soñar.

En soledad el oboe es dulce,
pero basta de oboes y huracanes.
Que deje de soñar la rosa de los vientos el ángel soplando la trompeta.

Donde la rosa de los vientos
besa pondré una de mis mejillas,
mi otra mitad en la mitad...
En soledad otra de mis caras
ramas sobre el cuerpo.

Aquí nada ha cambiado demasiado.
Nada sucede sobre el sendero
ni han venido a encender la hoguera para que perfume la azucena blanca.

Donde la rosa de los vientos
besa sueña un oboe, pero no veo
ramas ni veo hojas sobre el cuerpo.

Veo un cuerpo en soledad,
un ángel que sigue tocando la trompeta (Por Any Lagos).

Besos,
Arádia