Si fuera el año 2006 comenzaría el relato de esta manera:
Hace 20 años estuve en la cordillera de "Los Ancares" en la provincia de Lugo (Galicia). Cerca, muy cerca de O´Cebreiro, lugar por donde pasa el camino de Santiago. Reserva de Parque Natural, con un pueblo digno de visitar "Piornedo", antiguo poblado celta con cabañas de forma redondeada y techos de paja. Lugar paradisiaco para quien le guste la naturaleza.
Era el mes de Mayo de 1986, asistí a una concentración entre distintas gentes del país e incluso del extranjero. Allí formamos grupos pequeños y nos sentamos formando círculos, yo estaba sentada con gente que no conocía, y ahora me pregunto ¿quienes serían?. Enfrente, un hombre me miraba, pero yo metida en mi interior sólo pensaba en hacer la meditación. En aquel entonces era más introvertida de lo que soy ahora.
Aislada fui entrando en mi interior, postura, posición de Loto, manos unidas una encima de la otra, relajar el cuerpo, soltar tensiones, perfecta respiración llenando de oxígeno el abdomen, soltar el aire muy lentamente y crear una pantalla donde visualizar un lago al atardecer en calma absoluta. Todo ello hasta conseguir el nivel Alfa, un estado que cuando lo consigues quieres volver a sentirlo de nuevo.
Estabamos allí, la mayoría con el ánimo de cambiar el Mundo, y sabíamos que para ello tendríamos que cambiarnos a nosotros mismos, o por lo menos, sino cambiar, conocer nuestro interior nuetros recursos, nuestras posibilidades.
Una llamada de cambio y apertura se estaba dando desde el año 1978. Intensamente fue percibida por un númeroso grupo.
Después de esto hicimos un descanso, caminamos, había gente con carabanas y un olor a cascarilla llegó desde una de ellas, riquísimo el olor, la cascarilla es un sucedaneo del cacao que tiene la propiedad de depurar el organismo, y su olor es parecido al del cacao, mas es un olor especial que se distingue una vez que lo conoces.
Pequeñas cáscaras de cacao que hay que cocer determinado tiempo y añadirle un poco de leche y azucar.
Nos invitaron a tomar una taza, estaba caliente y vino bien para aguantar el frío de la noche que se acercaba.
Adentrada la noche, hicimos otra práctica, en esta ocasión permanecimos de pie, brazos extendidos y palmas hacia arriba.
La noche estaba estrellada y allá arriba mi constelación favorita "Casiopea" y cerca, la Osa Mayor, la estrella del Norte, las Pléyades, Orión.....
Estábamos bajo un techo infinito de estrellas.
Volví la vista hacia abajo y miré mis manos, y ví unas cúpulas piramidales de Luz, sentí un dolor como si de un cubito de hielo se tratara y estuviera quemando la palma, alguien hizo que llevara mis manos hacia mi pecho, una encima de la otra, introduciendo esa enegía en mi plexo solar. Y permanecí por un tiempo quieta, dando gracias por lo que estaba viviendo, de alguna manera somos vehículos que servimos a una causa y debemos estar atentos para cuando seamos llamados, que las señales no nos pasen desapercibidas y sirvamos al propósito de Díos en la Tierra por pequeño que sea nuestro cometido.
Todos podemos contribuir como un granito de arena contribuye con muchos otros y forma un desierto.
rosa de los vientos.

jueves, 10 de mayo de 2007
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