VIAJE A VENECIA I
Desde los días de mi juventud, me ha venido persiguiendo en el sueño y en la vigilia el fantasma de una mujer extraña. La veo cuando estoy a solas por la noche, sentada a la vera de mi lecho. En el silencio de la medianoche escucho su dulce voz. Muchas veces, al cerrar los ojos, siento el tacto de sus suaves dedos en mis labios; y cuando abro los ojos, el miedo me invade y empiezo de repente a escuchar el susurro de los ecos de la Nada…
Frecuentemente me siento desorientado y me digo: “¿No será mi fantasía la que me hace dar vueltas hasta parecer que me pierdo entre las nubes? ¿No habré forjado yo desde lo más hondo de mis sueños una nueva divinidad de voz melodiosa y manos tibias? ¿He perdido acaso los sentidos y , en medio de mi locura, he creado esta cara y amada compañera?¿ Me he retirado de la sociedad de los hombres y del tráfago de la ciudad, para poder estar a solas con el objeto de mi adoración? ¿Habré cerrado los ojos y los oídos a las formas y rumores de la Vida, para poder admirarla mejor y escuchar su melodiosa voz?”
Me pregunto a mí mismo muchas veces: “¿Soy un loco a quien le place estar solo, y que de las fantasmas de su soledad modela una compañera y esposa para su alma?”
Esta mujer de mis visiones ha sido in realidad mi esposa, y ha compartido conmigo los gozos y sinsabores de la vida.
Cuando me despierto por la mañana, la veo reclinada sobre mi almohada, mirándome con ojos rutilantes de bondad y amor maternal. Está conmigo cuando planeo cualquier empresa y me ayuda a realizarla. Cuando me siento a comer, ella toma asiento junto a mí e intercambiamos ideas y palabras. Al anochecer, está conmigo de nuevo y me dice: “Llevamos mucho tiempo encerrados en este lugar. Salgamos a caminar por los campos y las praderas”. Entonces dejo mi trabajo y la sigo por el campo, nos sentamos en una piedra elevada contemplo el horizonte distante. Ella me señala la nube dorada y me hace notar la canción que gorjean los pájaros antes de retirarse a pasar la noche, agradeciendo al Señor por la dádiva de su libertad y su paz.
De cuando en cuando viene a mi habitación, en mis momentos de ansiedad y tribulación. Pero, en cuanto la diviso, todos mis cuidados y zozobras se truecan en alegría y calma. Cuando mi espíritu se subleva contra la injusticia del hombre para el hombre, y veo su rostro entre otros rostros de los cuales estoy dispuesto a huir, sosiégase la tempestad de mi corazón, a la que sucede su voz celestial de paz. Cuando estoy solo y los crueles dardos de la vida despedazan mi corazón y me encadenan a la tierra los grilletes de la vida, observo que mi amargura tórnase en mansedumbre, y la Vida se me antoja un Edén de felicidad.
La compañera de mi fantasía y yo hemos sido como pensamientos que flotan libremente ante la luz de Sol o sobre la superficie de las aguas, entonando un cántico a la luz de la Luna… Un cántico de paz que endulza el espíritu y conduce a la belleza inefable.
Vida es lo que vemos y experimentamos a través del espíritu; pero llegamos a conocer el mundo que nos rodea a través de nuestro entendimiento y de nuestra razón. Y ese conocimiento nos produce gran alegría o tristeza. Yo estaba destinado a experimentar la tristeza antes de llegar a los treinta años. Ojalá hubiese muerto antes de alcanzar los años que secaron la sangre de mi corazón y la savia de mi vida, dejándome como un árbol seco con ramas que ya no se columpian a la dulce brisa, y en las que ya no construyen sus nidos los pájaros.
CONTINUARÁ…

viernes, 26 de enero de 2007
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